Pese a que el mercado continuó impulsando la reducción de gases de efecto invernadero, los factores cíclicos y el aumento de la actividad industrial, que provocó mayor demanda de energía, revirtieron los avances. Ello supuso un crecimiento mundial del uso de carbón por primera vez desde 2013 (se elevó el 1%) y un aumento de las emisiones del 1,6%. El 63% de ese incremento se produjo en países de fuera de la OCDE y, especialmente, China.

Las cifras salen del informe Statistical Review of World Energy 2018, que desde hace 67 años elabora la petrolera BP y que ha sido presentado esta mañana por Luis Aires, presidente de BP España. Según Aires, "se han dado dos pasos adelante, uno hacía atrás". Dos adelante porque crecen las renovables; pero uno hacía atrás por el incremento de esos gases con efecto invernadero, según explicó Aires.

En ese contexto la demanda global de energía mundial fue del 2,2%, con un 60% de ese aumento procedente de gas natural y energías renovables, con 3% y 17%, respectivamente. En el mix energético, el petróleo está en cabeza con el 34%, seguido del carbón, con el 27%, y el gas natural (23%). Las energías no fósiles supusieron el 15% (hidroeléctrica, el 7%; renovables, el 3,6%, y nuclear, 4,4%).

La sequía acelera el carbón en España

El mismo comportamiento mundial se ha trasladado a España, donde el consumo de energía primaria el año pasado continuó su tendencia al alza iniciada en 2015 con un incremento del 1,8%. Sin embargo, la energía hidroeléctrica experimentó un desplome del 49,1% como consecuencia de la "histórica" sequía, el segundo nivel más bajo desde que hay estadísticas, según el informe. Esta circunstancia supuso que el consumo de carbón fuera el de mayor crecimiento, con un 28,5%. Y, fruto del mayor consumo de energías menos limpias, las emisiones de CO2 en España crecieron un 6,9%, la mayor ratio desde 2012.